El maratón es la prueba reina de las olimpiadas modernas y la última que se celebra. Para la mayoría de nosotros tiene un aura sobrehumana, pues incluso ya nos parece un esfuerzo titánico recorrer andando sus 42,195 km. Por eso no deja de sorprendernos la capacidad de esfuerzo y la fortaleza mental de los que se lanzan a la aventura de correrlo. Son famosos los de los grandes capitales como el de Nueva York, Boston, Londres, París, Madrid o Barcelona, por la ingente cantidad de gente que participa y por el impacto económico del turismo que genera. Sin irnos lejos podemos pensar en la Behobia de San Sebastián.

Desde hace ya unos años, se está intentado subir a Burgos al carro de esta prueba deportiva con la celebración de maratones y medios maratones. Dada su bisoñez, el número de participantes es aún modesto, unos 2.000 atletas en la edición del pasado domingo día 13 de octubre del presente 2019, pero sin duda tiene una tendencia al alza.

El día salió en Burgos con nubes y claros, dejándonos una hermosa mañana otoñal y una temperatura agradable para la realización de una prueba que los profesionales realizan en poco más de dos horas, y el resto en bastante más, con un límite de unas 5 horas aproximadamente. El circuito de este año tenía unos 21 km, era casi un homenaje al río Arlanzón y a la belleza de sus colores otoñales.  Transcurría por calles muy céntricas, pasando por delante de la Catedral y por las avenidas cercanas al río, que habitualmente soportan hordas de coches en movimiento perpetuo. Dependiendo de la modalidad elegida, el medio maratón o el maratón completo, se debía dar una o dos vueltas al circuito.

Circuito de la Maratón de Burgos 2019. Un homenaje al Río Arlanzón.

Como es fácilmente entendible, este tipo de eventos deportivos llevan parejos ciertas incomodidades para el usuario del coche y en algún caso del transporte público, por los cortes y restricciones del tráfico que implican. La organización del evento de este año ha sido criticada por el gremio de hostelería y por algún partido político (Diario de Burgos del 16 de octubre de 2019). Seguramente, fruto de un análisis rápido del evento y de algún problema puntual en el acceso o salida a algún hotel.  En todo caso, ponemos en duda la afirmación de que la actuación de la policía municipal de Burgos haya causado trastornos.

Desde Andando Burgos queremos romper una lanza a favor del maratón de Burgos, reconociendo el esfuerzo de la organización por mostrar la mejor imagen de la ciudad y de los corredores por hacer este ejercicio de auto superación que es un ejemplo para el resto de la ciudadanía. Y queremos extender nuestro reconocimiento al resto de pruebas deportivas y eventos sociales y culturales de la ciudad que necesariamente implican limitación temporal del aparcamiento y cortes o restricciones del tráfico motorizado en las zonas en que se desarrollan, pues nos dan a conocer unas posibilidades de uso, estéticas y estanciales del espacio público que de forma habitual nos son desconocidas por el omnipresente tráfico.

El Cid, se puede quitar los tapones de los oídos... y descansar, será el Señor del lugar durante unas breves horas...

Cabe recordar que estos eventos tienen lugar habitualmente en fin de semana, principalmente los domingos, que es cuando se registra menor actividad económica y se produce una fuerte reducción del tráfico en la ciudad. Lamentamos, pues, que no se vea la potencialidad turística y económica del evento, y, lo que es peor, que no se vea el valor intangible de los efectos de la prueba en el bienestar de los ciudadanos… incluso de los que no participan en la misma.

El principal valor es que los coches devuelven una cantidad ingente de espacio, de circulación y aparcamiento, que permite vislumbrar otra clase de ciudad más humana, al reducirse la asfixiante y opresiva presencia de las máquinas.  Pero ocurren más cosas que han de valorarse en su justa medida: la restricción temporal del tráfico en una zona conlleva una reducción global del tráfico en la ciudad y, a su vez, una fuerte reducción del ruido automovilístico (motores, rozamiento de neumáticos, fricción aerodinámica, pitidos). En el caso del maratón del domingo pasado, esto era asombroso, pudiéndose escuchar una maravillosa polifonía de nuestros vecinos alados. De igual modo, bajan las emisiones de todo tipo de contaminantes y en la “zona cero” prácticamente desaparecen. Se esfuma también el impacto visual de los vehículos moviéndose a velocidades incompatibles con la frágil forma humana y la calle se vuelve más segura de un plumazo para mayores y niños. Se llena de una tranquilidad beatífica y una lentitud que intensifica las sensaciones generadas en ese “espacio nuevo”. La posibilidad de andar por zonas de calzada o aparcamiento habitualmente prohibidas, nos regala perspectivas inéditas de calles y edificios, hay una mejora estética de la ciudad. Toda una experiencia. En definitiva, un maratón da para muchas reflexiones cuando se va más despacio y se abren los ojos.

El Puente San Pablo, Maratón de Burgos 2019. ¿Y si probamos a restringuir el tráfico motorizado privado los domingos?

Todo lo anterior y otros efectos que se nos escapan a buen seguro, son de difícil cuantificación frente a la que parece ser la única escala en la que se valora la realidad, la crematística.  Sin embargo, es indudable que generan, aunque sea brevemente, un espacio de mejor calidad ambiental y una mejora transitoria de la salud física y emocional de los ciudadanos.

En relación todo esto, proponemos lo siguiente:

  1. Para paliar las molestias a los huéspedes de los hoteles, la patronal hostelera podrían acordar un protocolo de salidas y llegadas con la policía local, así como la información que debe darse. Entendemos que no debería ser difícil.

  2. No deben sacarse fuera de la ciudad estos eventos, pero tampoco deben centrarse exclusivamente en el centro.

  3. Estúdiense los efectos del maratón y otros eventos similares. Compárese el volumen de circulación con y sin estas restricciones en domingo. Confróntense los valores de polución de las estaciones de medición. Estúdiese el efecto en el transporte público. Tantéese el posible uso de las restricciones dominicales del tráfico y aparcamiento en diferentes zonas de la ciudad.

Calle de la Merced desde Puente Santa María. La ausencia de ruido era indescriptible.