En Andando Burgos consideramos que es un error mayúsculo la medida propuesta por el Área de Desarrollo Urbano y Movilidad Sostenible del Ayuntamiento de Burgos relativa a implementar reservas de plazas de aparcamiento en dos centros escolares, y un despropósito el llamamiento que hace a las distintas asociaciones de padres y madres y colectivos vecinales para demandar medidas similares en otros centros de la ciudad.

La medida, calificada como “experiencia piloto”, no es de ningún modo innovadora. Más bien, al contrario, es viejuna. Los efectos que se derivan de este tipo de medidas son conocidos y no hacen sino sostener un modelo de movilidad caduco y contrario a los principios que rigen la movilidad sostenible.

De forma general, la reserva de estacionamiento o parada induce más movilidad motorizada. Y más movilidad motorizada, genera congestión. Así se deduce de la experiencia acumulada de multitud de estudios de tráfico que, desde principios del siglo XX, evidencian que el aumento de oferta genera un incremento de la demanda. Precisamente por esto, fueron planteadas las primeras restricciones al aparcamiento de coches hace ya muchas décadas. Y por eso mismo, la movilidad sostenible consiste precisamente en gestionar la demanda (no la oferta), reordenándola en beneficio de los medios de desplazamiento más sostenibles y conseguir, como consecuencia, un uso equilibrado y equitativo del espacio público.

De forma particular, la medida supone una agitación vehicular constreñida a unos minutos concretos del día en unos entornos muy sensibles, como lo son los escolares, convirtiéndolos en entornos agresivos y trasladando efectos perversos a calles y zonas aledañas.

La medida es contraria a todas las tendencias y buenas prácticas llevadas a cabo en cientos de entornos escolares que en multitud de ciudades se llevan poniendo en marcha desde hace ya unos cuantos años. Pacificar el entorno de los centros escolares es el objetivo a alcanzar en tales experiencias, en beneficio de la seguridad y de la salud de los estudiantes. De hecho, la Asociación Española de Pediatría ha respaldado las “estrategias educativas y comunitarias que constituyen modelos para la innovación social en la prevención y control del exceso de peso infanto-juvenil y de la contaminación atmosférica urbana en las ciudades”, y la Dirección General de Tráfico, a través de los programas Stars y Camino Escolar Seguro, promueve desde hace años los desplazamientos a pie o en bicicleta a colegios e institutos.

La medida planteada por el Área de Desarrollo Urbano y Movilidad Sostenible del Ayuntamiento de Burgos no se sustenta en ningún estudio de movilidad al centro, hace un efecto de llamada que congestionará más el acceso y que no eliminará dobles filas o interacciones con el tráfico de paso (incluso con los autobuses), provocando colas en algunos momentos y aceleraciones agresivas en otros. Todo ello, en el intento de satisfacer la demanda de aquellos padres que, sin ser mayoría, condicionan la movilidad del resto de la comunidad educativa y de la generada por el resto de las actividades en esas zonas de la ciudad.

El coste económico de la propuesta quizás será mínimo, como se ha sugerido, pero el coste medioambiental y sobre la salud pública no lo será, y la movilidad urbana irá en dirección contraria al ideal de la movilidad sostenible.  

En definitiva, ante el conocido problema de la indisciplina viaria y la congestión que suponen que una parte de los padres lleven a sus hijos al colegio en automóvil, parece que la propuesta municipal tiende a una supuesta facilitación que, sin embargo, ha de suponer un daño mayor.

Os invitamos a conocer la iniciativa Entornos Escolares promovida por el Seminario Movilidad e Infancia: www.entornosescolares.es